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Consejos para iniciarse en la pintura.

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La pintura es una actividad artística reconfortante. Para emprendedores y personas con una vida laboral absorbente representa una válvula de escape para afrontar con entereza sus retos diarios. Es bueno cultivar aficiones como tocar un instrumento, escribir o leer para desconectar un poco de las preocupaciones; pero además, la pintura potencia una serie de aptitudes que son muy útiles en el campo profesional. Vemos cuáles son y una serie de consejos para iniciarse en esta práctica creativa.

La concentración es una de esas habilidades que la pintura estimula. En el tiempo en el que el creador está pintando centra toda su atención en esta actividad. En los pasos que está ejecutando y en los que realizará después. Tiene que poner atención a los detalles y a los movimientos pequeños que darán sentido al conjunto, preocupándose de que, poco a poco, la obra vaya cogiendo la forma deseada.

Desarrolla su creatividad, dando rienda suelta al espíritu artístico. Algo que se ve atrofiado cuando realizamos durante mucho tiempo acciones repetitivas o burocráticas. La pintura tiene sus propias normas, pero deja un amplio margen a la decisión individual del pintor.

Educa en apreciar la paciencia. Pintar un cuadro es un proceso largo que con el tiempo termina dando un resultado hermoso. En este arte las prisas son malas compañeras. El pintor debe estar relajado, sensible a la imagen que quiere representar y abierto a las sensaciones que le produce. Algo que choca con la inmediatez de la vida moderna. En su cabeza está el cuadro que quiere conseguir, tendrá que avanzar poco a poco hasta lograrlo. Es más importante hacerlo bien que hacerlo rápido.

La pintura educa la mirada, en adoptar un punto de vista y una perspectiva. Cada objeto, dependiendo del ángulo desde el que lo observamos, es una imagen distinta y transmite una sensación diferente. Esta flexibilidad que aportan las artes plásticas, son muy útiles para encarar problemas que aparecen en la vida diaria. Quizás pintar un paisaje desde una ubicación nos parece complicado, y desde otro ángulo se nos hace más sencillo, el paisaje es el mismo, y al mismo tiempo son dos imágenes diferentes.

Terminar un cuadro sube la autoestima. El pintor está orgulloso del trabajo realizado. Se lo muestra a sus amigos y se siente capacitado para afrontar retos más complejos. La desconexión con la vida diaria ha sido efectiva, durante el proceso ha cultivado habilidades, que si quiere, puede aplicar a su actividad cotidiana.

En la revista sanitaria «Mejor con salud» describen como el acto de pintar aporta beneficios para diferentes ámbitos del cuerpo y la mente. Tiene un efecto terapéutico que deja aflorar sentimientos ocultos y a veces reprimidos. Es un elemento de comunicación ligado a nuestro subconsciente, lo que le da gran fuerza y veracidad. Ayuda a alcanzar ese punto de equilibrio, que los seres humanos necesitamos para llevar una vida placentera.

Cuando pintamos, estamos desarrollando la motricidad fina, la coordinación entre los ojos, el cerebro y las manos. El agarre y manejo de instrumentos con precisión. Al mismo tiempo, estamos ejercitando varias áreas de nuestro cerebro. El hemisferio izquierdo, responsable de la ejecución de tareas lógicas, y el derecho, donde se aloja la imaginación y la creatividad.

Lo mejor de todo es que para iniciarse en la pintura no es necesario ser un artista en potencia, sino comenzar a practicarla. A medida que lo hagamos conseguiremos más soltura.

Consejos.

Al pintor Antonio López le gusta transmitir sus conocimientos a los aficionados. Cada año imparte 5 o 6 talleres donde da interesantes consejos. Hace unos años el periódico «El Mundo» le visitó en uno que estaba realizando en la Escuela Nacional Superior de Arquitectura de París. El pintor manchego dijo que lo primero que había que situar en el lienzo era la figura central, el punto neurálgico de la composición. Ahí es necesario fijar la perspectiva, tomar un ángulo u otro, de ello depende el resultado final. Es importante decidir el tamaño del cuadro. Este surge, en principio, del tema que se quiere tratar. Antonio López no usa bocetos. A través de trazos finos con un carboncillo va fijando las líneas maestras sobre los que comenzará a pintar.

Lo primero que debemos considerar es elegir un lienzo adecuado en tamaño y material a la pintura que vamos a realizar. Si vamos a emplear pintura al óleo o acrílica nos viene bien utilizar tableros de lona, si vamos a usar acuarelas, es más recomendable el papel, por su poder de absorción. Si queremos hacer un cuadro de tonos claros, elegiremos un lienzo suave.

Seguidamente, aplica una capa de pintura en el lienzo para el fondo. Una pintura diluida con agua con la que impregnamos toda la superficie a través de un pincel grande, con amplias pinceladas de izquierda a derecha. Si se va a hacer pintura al óleo, es interesante, imprimir una primera capa de yeso.

El tercer paso importante es elegir el punto focal de la pintura. No se debe elegir el centro, ya que no es tan visual. Si vamos a pintar un paisaje y la figura central es un lago, este lo localizamos a unos centímetros a izquierda o derecha del lienzo. Una vez terminado, llevaremos la mirada del espectador a ese punto, y apreciará en conjunto toda la composición. Esto es lo que se llama el enfoque.

Debemos bocetar el cuadro. Esto lo podemos hacer directamente sobre el lienzo o en una hoja de papel. El boceto debe incluir las líneas maestras de nuestro cuadro. Las diagonales que darán perspectiva al fondo y los trazos centrales que delimitarán las figuras. Es un estudio previo necesario. Si no nos convence podemos replantearnos la composición antes de plasmarla. Sorolla hacía pruebas de luz y color en pequeños lienzos antes de aplicarlo a sus obras. Si el boceto lo hemos hecho en una hoja aparte, deberemos trasladarlo al lienzo, bien copiándolo a ojo o usando papel de transparencia.

Aplica la primera capa de pintura espesa, partiendo de los ejes del boceto. Empieza de arriba hacia abajo, centrándote en una figura o tema cada vez. Utiliza un tono de pintura más claro que te permita después perfilarlo a través de los detalles. Deja secar la pintura antes de trabajar sobre ella, no mezcles los colores, la pintura aún está húmeda y se emborronaría.

Ves dándole forma al cuadro con cuidado. Aplica las pinceladas siempre en la misma dirección. Utiliza tonos más oscuros para las sombras y tonos más claros para los relieves. Para los detalles utiliza un pincel extrafino.

Técnicas para principiantes.

Aunque relacionado con el dibujo, la pintura es un mundo por descubrir. Necesitarás hacerte con un caballete, en el que colgar el lienzo, una paleta para colocar los colores, pinceles de diferentes tamaños, planos y redondos, y un recipiente para el agua o disolvente. Artespray, una tienda especializada en materiales de bellas artes, recomiendan que para empezar no hace falta hacerse con una extensa gama de colores. Basta con un blanco, un negro y dos tonos de azul, amarillo, rojo y verde, y aprender a combinarlos. Para diluir la pintura acrílica necesitaremos agua, y para el óleo algún disolvente específico a base de lino.

Estas son algunas técnicas para lanzarte a pintar:

  • Técnica al agua.

Consiste en utilizar la pintura acrílica como si fuera una acuarela, disolviéndola en la cantidad de agua que consideremos oportuna. Permite un mayor control sobre las pinceladas, ya que el agua deja una sombra al aplicarla con el pincel que nos indica el movimiento que estamos realizando.

  • Cepillado en seco.

Aplicamos la pintura sin disolver con el pincel directamente sobre el lienzo. Sus líneas son irregulares y más difíciles de controlar, pero imprime un color más intenso y una textura más gruesa. Podemos combinar la técnica al agua y el cepillado en seco. Empleando por ejemplo la primera para perfilar las figuras y la segunda para añadirle intensidad.

  • Punteado.

Se trata de pintar por medio de pequeños puntos que van creando imágenes, como si fueran píxeles. A finales del siglo XIX se creó una corriente pictórica llamada puntillismo, coetánea al impresionismo francés. George Seurat fue su principal exponente, y Picasso y Van Gogh hicieron incursiones en este estilo.

Es una técnica sencilla de aplicar y bastante impresionante, pues el espectador va teniendo una visión más definida del cuadro a medida que se aleja de él.

  • Sacudido.

Da un efecto de salpicadura desigual. Aunque parece una técnica sencilla, no lo es. Hay que saber cómo obtener el tamaño de las gotas de salpicado que queremos utilizar y dirigirla a la superficie en la que la aplicaremos. Proporciona unos resultados increíbles para pintar paisajes abstractos, noches estrelladas o añadir fuerza y textura a una composición.

  • Esponjado.

Se utiliza una esquina de una esponja o una toalla para difuminar la pintura.  Con esta técnica se logra un acabado original. Añade textura y movimiento a una pieza. Por ejemplo, si estamos pintando un paisaje y queremos reflejar el movimiento de las hojas de los árboles mecidas por la prisa, pasando con suavidad una esponja, podemos simularlo.

La pintura es una actividad con la que relajarte y evadirte por un tiempo de las preocupaciones diarias. No es necesario ser un gran artista para iniciarse, basta con seguir algunos sencillos consejos y persistir.


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