Seguramente hayas oído hablar alguna vez del término del “inconsciente” pero, ¿sabes realmente lo que significa? La definición oficial de la Real Academia Española, explica que, el inconsciente, es el “conjunto de caracteres y procesos psíquicos que, aunque condicionan la conducta, no afloran en la conciencia”. Es decir, el inconsciente es aquella información a la que no podemos llegar fácilmente aunque nos lo propongamos; son datos escondidos en algún lugar de nuestro cerebro, que no sabemos que tenemos pero que, de una forma u otra, están determinando nuestra personalidad, carácter, decisiones y reacciones ante todo lo que nos sucede. El inconsciente se modela, principalmente, a través de las vivencias y emociones que experimentamos a lo largo de nuestra vida y decidimos no mostrar a los demás.
En realidad, se trata de un término bastante polémico en la historia reciente, debido, sobre todo, a las aportaciones del médico neurólogo austríaco, Sigmun Freud, quien se enfrentó a una gran oposición de científicos al proponer su famosa teoría del Psicoanálisis, la cual, entre otras cosas, tenía el objetivo de alcanzar la comprensión de la dimensión del inconsciente humano. Este rechazo surgió, principalmente porque su proceso no era un método científico propiamente dicho, así que no podía ser del todo objetivo. Sin embargo, tuvo muy buena acogida en distintos sectores de la sociedad, e interesó muchísimo a los artistas, ya que era una manera totalmente nueva de explorar la creatividad y de encontrar inspiración en el yo interior. Fue determinante para el desarrollo de las vanguardias históricas de la primera mitad del siglo XX, especialmente para el movimiento surrealista, con figuras como André Bretón o Salvador Dalí a la cabeza, quienes dedicaron gran parte de su carrera a la exploración del inconsciente y a su posterior materialización artística.
Tal y como explican desde el elDiario.es, a día de hoy, existe un consenso de reconocimiento en torno a la utilidad de las aportaciones de Freud como herramientas que, sin lugar a dudas, hicieron posibles grandes avances, pero también se cuestionan sus métodos, consistentes en estudiar los comportamientos y pensamientos de los pacientes. En este contexto, surge la pregunta, ¿sirve de algo intentar explorar el inconsciente individual? Como hemos comentado, hay un gran debate en torno a ello y cada persona tiene su propia opinión en relación a sus beneficios pero, no cabe duda de que, si se hace de una manera profesional y se aborda desde una perspectiva de crecimiento, puede llegar a ser verdaderamente positivo y mejorar nuestro bienestar.
Es una manera interesantísima de fomentar el autoconocimiento; de entender quiénes somos en realidad, cómo somos y por qué actuamos de determinadas formas. Conocerse siempre hace que la vida, en general, mejore, facilitando las relaciones con los demás y con nosotros mismos, desarrollando una mayor empatía hacia lo diferente, resolviendo problemas y superando obstáculos diarios. Sin embargo, es un proceso que debe hacerse con relativo cuidado, ya que, se trata de algo, en ocasiones, emocionalmente duro. No es muy recomendable que las personas que se encuentran en graves crisis, o niños muy jóvenes lo experimenten sin la ayuda de los profesionales capacitados para ello, así que, si decides aventurarte en la exploración de tu propio inconsciente, recuerda informarte previamente sobre el proceso.
¿Cómo podemos explorar nuestro inconsciente?
Explorar el inconsciente consiste en tratar de alcanzar el entendimiento de aquellos pensamientos, emociones o intereses que no llegamos a comprender de forma natural. Esto nos ayuda, entre otras cosas, a conocernos mejor, así como a gestionar conflictos, problemas o desafíos. Evidentemente, no es algo sencillo, pero hay distintas herramientas y procesos que permiten lograrlo.
Lo primero y más recomendado siempre es contratar los servicios de un o una psicoanalista, que irá guiando e interpretando ciertas asociaciones vinculadas con nuestras emociones, las cuales ayudarían a descifrar el inconsciente. De esta manera, contaremos con la protección y seguridad de una persona experta en la materia que pueda marcar los límites y objetivos necesarios para que el proceso no se convierta en algo demasiado duro o peligroso a nivel emocional. En este sentido, existen técnicas creadas específicamente para este propósito, como son, por ejemplo, la terapia de regresión, que consiste en revivir experiencias pasadas que podrían ser importantes para el presente; o la hipnosis, que, igual que en el caso anterior, ayuda a la mente a recuperar recuerdos olvidados. Ambos procesos requieren de la guía de una persona experta en la materia pues, de lo contrario, podría no tener ningún efecto, o ser traumático.
Por otro lado, también hay actividades relacionadas con el arte, las manualidades o la creatividad, que pueden ayudarnos a aproximarnos a ese conocimiento que deseamos. En Escuela de Crecimiento ponen en práctica el trabajo con muñecos como herramienta sumamente útil en el ámbito del inconsciente. A través de ella, la persona que practica esta técnica, podría ir nombrando, visibilizando y ordenando de forma clara y consciente su propia información, recuperando su poder personal, reconstruyendo y resignificando su propia historia vital.
También resulta revelador, el hecho de escribir un diario de sueños o emociones que, con el tiempo, servirá para entender la repetición de patrones ocultos, y es una manera de crear y conservar recuerdos de nuestra propia memoria. No podríamos olvidar mencionar las prácticas relacionadas con dibujar, pintar o escribir de manera automática, sin pensar realmente en lo que estamos haciendo. Así nació uno de los métodos creativos más influyentes de la historia del arte occidental: el automatismo psíquico, proyectado por los surrealistas y puesto en práctica especialmente por Salvador Dalí. El automatismo psíquico estaba inspirado en la teoría del psicoanálisis de Freud, y consistía en prescindir del control de la mente y la razón sobre los movimientos enfocados en la creación, para intentar hacer visible lo invisible. Es decir, para plasmar materialmente la información oculta en el inconsciente.
En definitiva, como veníamos advirtiendo, explorar el inconsciente es una manera estupenda de fomentar el autoconocimiento y el crecimiento personal. Sin lugar a dudas, nos hará replantearnos muchos comportamientos y reacciones ante la vida. Puede ayudar a tener una mejor relación con los demás y, sobre todo, con nosotros mismos, así que no perdemos nada por ponerla en práctica, siempre y cuando, estemos acompañados por profesionales en la materia que nos ayuden a realizarlo de la forma más segura posible.
¿Y tú? ¿Ya has empezado? ¡Mucha suerte!